"La esencia de la grandeza radíca en la capacidad de la realización personal propia en circunstancias en las que otros optan por la locura." - Dr. Wayne W. Dyer

Dioses del Eden Capitulo 29 : El Apocalipsis de Marx


La primera Revolución Francesa en 1789, marcó el comienzo de una larga serie de rebeliones en Francia. El nuevo Duque de Orleans, Luis Felipe, llegó a ser la figura decorativa de una revuelta en Julio de 1830, la cual lo colocó en el trono de Francia como gobernante de una monarquía constitucional. Asistiéndolo estaba el Marqués de La Fayette. Otro soporte importante de Luis Felipe fue un hombre llamado Luis Augusto Blanqui, quien fue condecorado por el nuevo gobernante por haber ayudado al éxito de la revolución de 1830.

Blanqui continuó siendo un activo revolucionario después de 1830 y proveyó significativo liderazgo a una larga cadena de rebeliones. Según Julius Braunthal, escrito en su libro, “Historia de la Internacional”: “Blanqui fue el inspirador de todas las rebeliones en París desde 1839 hasta la Comuna
(*) en 1871.”[1]

Blanqui pertenecía a una red de sociedades secretas de Francia, las cuales organizaban y planeaban las revoluciones. Casi todas aquellas sociedades secretas eran retoños de la actividad de la Hermandad y estaban constituidas a imagen de las organizaciones de la Hermandad. Cada sociedad tenía una función diferente y bases ideológicas para reclutar gente dentro de la causa revolucionaria. Aunque algunas veces las sociedades revolucionarias difieren en materia de ideología y táctica, aquellas tenían un objetivo en común: traer la revolución. Muchos líderes revolucionarios participaron en varias de esas organizaciones simultáneamente.

Uno de los grupos secretos de revolucionarios franceses más efectivos fue la Sociedad de las Estaciones, de la cual Blanqui compartía el liderazgo. Esta sociedad fue planificada explícitamente para propósitos de tramar y llevar a cabo conspiraciones políticas. Una de las organizaciones aliadas a la Sociedad era la “Liga de los Justos”. La Liga fue fundada en 1836 como una sociedad secreta y ayudó a Blanqui y a la Sociedad de las Estaciones al menos en una revuelta: el levantamiento de Mayo de 1839. Pocos años después de este levantamiento, a la Liga se le unió un hombre que más tarde llegó a ser el más famoso portavoz revolucionario: Karl Marx.

Karl Marx fue un alemán que vivió desde 1813 hasta 1883. Muchos lo consideran el fundador del Comunismo moderno. Sus escritos, especialmente el Manifiesto Comunista, son de una importante piedra fundamental de la ideología comunista. Sin embargo, como algunos historiadores han afirmado, Karl Marx no originó todas sus ideas. El actuó por algún tiempo como un portavoz para una organización política radical a la cual pertenecía. Fue durante su militancia en la Liga de los Justos que Marx escribió el Manifiesto Comunista con su amigo Federico Engels. Aunque el Manifiesto contiene muchas ideas propias de Marx, su verdadero logro fue poner en forma coherente la ideología comunista, la cual ya estaba inspirando a las sociedades secretas de Francia para la rebelión.

Debido a su intelecto, Marx ganó considerable poder dentro de la Liga de los Justos y su influencia causó unos pocos cambios dentro de esta organización. A Marx no le gustaba el carácter conspirativo romántico de la red de sociedades secretas al cual pertenecía y logró eliminar algunos de esos rasgos dentro de la Liga. En 1847, el nombre de la Liga fue cambiado por el de “Liga Comunista”. Asociado con la Liga Comunista estaban varias organizaciones de trabajadores tales como: la Sociedad Alemana de los Trabajadores Educacionales GWES. Marx fundó una rama de la GWES en Bruselas, Bélgica.

En este punto, podemos ver la extraordinaria ironía en esos acontecimientos. La misma red de las organizaciones de la Hermandad que nos dieron a los Estados Unidos y otros países capitalistas por medio de la revolución, ahora estaban activamente creando la ideología que se oponía a estos países: la ideología comunista. Es crucial que este punto se comprenda: ambos lados de la lucha moderna, —comunistas versus capitalistas—, fue creada por la misma gente en la misma red de organizaciones secretas de la Hermandad. Este hecho vital es casi siempre pasado por alto en los libros de historia. Dentro de un corto período de cien años, la red de la Hermandad ha dado al mundo dos filosofías opuestas que proveen la entera fundación para la llamada “guerra fría”: un conflicto que ha durado cerca de medio siglo.

Considerando la afiliación de Karl Marx a la red de la Hermandad, no provocaría sorpresa que la filosofía de Marx siguiese el patrón básico de la religión Custodia. El marxismo es altamente apocalíptico. Habla de una Batalla Final, credo envolviendo fuerzas del bien y del mal, seguida por una utopía en la Tierra. La diferencia primordial es que Marx moldeó dentro de una estructura no-religiosa y trató de hacer que esta sonase como una ciencia social en vez de una religión. En el esquema de Marx, las fuerzas del bien están representadas por las clases trabajadoras oprimidas, y el mal, por la clase propietaria. El conflicto violento entre las dos clases es descrito como natural, inevitable y últimamente sano, debido a que tal conflicto eventualmente resultará en el surgimiento de una utopía en la Tierra. La idea de Marx de la inevitable lucha de clases refleja la creencia del Calvinismo de que el conflicto sobre la Tierra es sano, porque significa que las fuerzas del bien están activamente combatiendo al servidor del mal.

Marx trató de hacer de su idea del “inevitable conflicto” que sonara científicamente apropiándola a un concepto conocido como “la dialéctica”. La dialéctica fue una noción adoptada por otro filósofo alemán llamado Hegel (1770-1831). La idea de Hegel de la dialéctica puede explicarse de esta forma: de una tesis (una idea o concepto) y una antí-tesis (opinión opuesta o contraria), uno puede concluir o derivar una síntesis, es decir: una nueva idea o concepto diferente a los dos primeros aunque es un producto de ellos. Marx tomó esta idea aparentemente científica y la incorporó a su teoría de la historia social. En el modelo comunista del “materialismo dialéctico”, social, económico y político surgieron los cambios del choque de las oposiciones contradictorias y frecuentemente violentas. En esta forma, las interminables guerras de la historia y la incesante colección de facciones opuestas sobre la Tierra dicen ser una parte natural de la existencia por la cual deben ocurrir todos los cambios sociales. Esto hace parecer deseable, el interminable conflicto social, y esta es precisamente la ilusión que Marx trató de trasmitir en su teoría de la lucha de clases.

La visión comunista de la utopía es curiosa, pero significativa. Cada individuo es un trabajador igual a los demás. Nadie posee nada, pero cada uno en el conjunto posee todo; cada quien tiene todo lo necesario pero no necesariamente todo lo que desea; pero antes de que esta utopía se realice, todos tienen que vivir en una dictadura. ¡Caramba! Esta extraña visión de la utopía parece claramente diseñada para mantener a la humanidad como una raza de trabajo y para estimular a los humanos a que acepten condiciones de represión social como la dictadura.

Durante la vida de Marx, el conocimiento espiritual estuvo sometido a un estado de deterioro severo. La “salvación rápida” de los Protestantes y los embarazosos rituales practicados por casi todas las religiones, estaban comprensiblemente dirigiendo a mucha gente racional fuera de la religión en su conjunto. No es sorprendente que la validez de toda realidad espiritual comience a ser cuestionada. Este cuestionamiento conduce mucha gente a inclinarse a un enfoque estrictamente materialista de la vida; y Marx proporciona una filosofía para que mucha de aquella gente diera un paso en este sentido. Aunque Marx conocía la existencia de la realidad espiritual, erróneamente estableció que la realidad espiritual era totalmente un producto de fenómenos físicos y materiales. En esta forma, las enseñanzas de Marx ayudaron a promover el objetivo Custodio expresado en el Libro del Mormón y en las tabletas primitivas de Sumeria, el cual es: causar una unión permanente entre el ser espiritual y cuerpos humanos. Los escritos de Marx dan aceptación a esta unión “científica”, sugiriendo que el espíritu y la materia no se pueden separar en absoluto. La filosofía marxista añade que la realidad “sobrenatural”, (por ejemplo, la realidad existente fuera de los límites del universo material), no es posible. La utopía de Marx por lo tanto, equivale a un Edén Bíblico: un paraíso materialista en el cual todo el mundo es un trabajador sin rumbo hacia la libertad y el conocimiento espiritual; en otras palabras, una mimada prisión espiritual.

En la misma era en que el comunismo se estaba configurando como un movimiento organizado, la práctica bancaria estaba experimentando un desarrollo importante. A finales del siglo XIX, el nuevo sistema de papel moneda inflacionario ya era la norma establecida a través del mundo. Este sistema monetario todavía no estaba adecuadamente organizado a escala internacional, sin embargo, éste era el próximo paso, o sea: crear una red permanente de banco centrales por todo el mundo que estarían coordinados desde una simple localización fija.

Un especialista que escribió sobre este desarrollo, fue el finado Dr. Carroll Quigley, profesor de Harward, Princeton y en la Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown. El libro de Dr. Quigley: “Tragedia y Esperanza: una historia del mundo de nuestro tiempo”, logró gran fama porque fue usado por algunos miembros de la Sociedad John Birth, para probar sus ideas de “conspiración comunista”.

Poniendo a un lado esta notoriedad, encontramos que el libro del Dr. Quigley es exhaustivamente investigativo y de muy valiosa lectura. El Dr. Quigley no era un “conspirador aficionado” sino un profesor altamente respetado con credenciales académicas excepcionales. El libro del Dr. Quigley describe con gran detalle, el desarrollo y funcionamiento de la comunidad bancaria internacional para el establecimiento del sistema de papel moneda inflacionario a través del mundo. Demos una breve mirada a lo que el Dr. Quigley nos tiene que decir.
(*) La Comuna fue un grupo revolucionario que gobernó París desde el 18 de Marzo hasta el 28 de Mayo de 1871.

[1] Braunthal, Julius (trans. H. Collins and K. Mitchell), History of the International, vol. I: 1864-1914 (New York, Frederick A. Praeger, 1967), p. 46.

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