"La esencia de la grandeza radíca en la capacidad de la realización personal propia en circunstancias en las que otros optan por la locura." - Dr. Wayne W. Dyer

Osho: El libro del Hara, segundo capitulo, primera parte


CAPITULO 2

La Cabeza, El Corazón, El Ombligo

Amados míos:

Esta tarde me gustaría hablar de algunos puntos referentes al verdadero centro del cuerpo. También tenemos algunas pre­guntas sobre este tema. No es la cabeza ni es el corazón, es el ombligo el centro más importante y básico de la vida del hombre.

El hombre se ha desarrollado de acuerdo con el corazón; por eso la dirección, el flujo de su vida, va en dirección equivo­cada. En los últimos cinco mil años sólo hemos educado y desarro­llado la mente, el intelecto. Los resultados han sido muy perju­diciales. El resultado es que casi todos los seres humanos están al borde de la locura, basta un pequeño empujón y cualquiera se puede volver loco. La mente está al borde de la crisis: basta un pequeño empujón para que la mente colapse.

También es sorprendente que en el último medio siglo, en los últimos cincuenta años, casi todos los grandes pensadores del mundo se han vuelto locos.
En Occidente, durante el último medio siglo apenas ha ha­bido un pensador que no haya experimentado algún tipo de lo­cura. Se ha podido comprobar que todos los grandes poetas, los grandes filósofos, los grandes científicos, han sufrido algún típo de locura. Y, poco a poco, a medida que la humanidad va recibiendo más educación, los síntomas de la locura están alcan­zando también a las personas corrientes.

Si hay que crear un nuevo hombre, es absolutamente esen­cial que cambiemos el centro de la vida del hombre. Si ese cen­tro está más cerca del ombligo que de la cabeza, estará más cer­ca de la energía vital

¿Por qué digo esto? En este contexto es necesario entender algunas cosas más. El niño que se desarrolla en el vientre de la madre, el feto que se esta desarrollando está conectado con la madre a través del ombligo. La energía vital de la madre flu­ye hacia el niño a través del propio ombligo. La energía vital de la madre es un flujo de electricidad muy desconocido, muy misterioso, que nutre a todo el ser del niño a través de su ombligo. Después el niño se separa de la madre, nace. Inmediatamente después de su nacimiento su cordón umbilical debe ser cortado y comienza la separación de su madre.

Es absolutamente necesario separar al niño de la madre; de lo contrario, no tendrá vida propia. Llegado a este punto, el niño que ha crecido dentro de la madre y que ha sido uno con su cuerpo tiene que separarse de ella. Esta separación sucede cuan­do se corta la conexión que tenía con ella a través del ombligo. Cuando se corta esta conexión, la energía vital que recibía a tra­vés del ombligo se detiene totalmente. Todo su ser comienza a temblar. Todo su ser empieza a pedir ese flujo de energía que es­taba recibiendo hasta ayer y que se ha detenido de pronto.

El dolor que siente el niño, el llanto después de nacer, no es debido al hambre, sino al dolor de la separación y desconexión de la energía vital. Su conexión con toda la energía vital se ha in­terrumpido; la fuente de donde obtenía la vida hasta ayer aho­ra ya no existe. El niño lucha por vivir, y si el niño no llora, los médicos o las personas que saben dirán que algo va mal. Si el niño no llora significa que no será capaz de sobrevivir. Si no sien­te que ha sido separado de la energía vital sólo puede querer decir una cosa: que su muerte está próxima y no podrá sobrevivir.­ Por eso se intenta conseguir que el niño llore. Su llanto es ab­solutamente necesario, porque si tiene que vivir deberá saber que ha sido separado de la energía vital. Si no lo sabe estará en un gran peligro.

Entonces es cuando el niño intenta reconectarse con su energía vital de alguna otra manera. Y se vuelve a conectar a tra­vés de la leche de la madre. De modo que la segunda conexión del niño es con el corazón. Junto al corazón de su madre, su propio centro del corazón también empieza a desarrollarse y el centro del ombligo se olvida. EL centro del ombligo debe ser olvidado porque ha sido desconectado, ya no está relacionado con él. Y la energía que recibía a través del ombligo ahora empieza a recibirla a través de la boca. De nuevo está unido a la madre. Se crea un nuevo circuito a través del cual se conecta.

Te sorprenderá saber que si un niño no consigue su alimento a través de la leche de su madre, si no es alimentado con la leche materna, su energía vital será débil toda la vida. Puede alimen­tarse también con otras cosas, pero si no recibe regularmente el toque cálido del corazón de su madre, su vida se frustrará para siempre, y la posibilidad de vivir una larga vida se verá reducida. Los niños que no son alimentados con la leche materna nunca podrán alcanzar mucha dicha ni silencio en sus vidas.

La generación más joven de Occidente, y gradualmente también de India, está cargada de rebelión. El motivo más im­portante de esto, la causa primigenia, es que los niños occiden­tales no están siendo alimentados con la leche de su madre. Su respeto por la vida y su relación con la vida no están llenas de amor. Su energía vital ha recibido muchos golpes desde su mis­ma infancia y han dejado de ser amorosos. En esos golpes, en la separación de su madre, se han separado de la vida en sí por­que, fundamentalmente, para el niño no hay más vida que su madre.

En cualquier parte del mundo, en cualquier lugar que las mujeres reciban educación, éstas no quieren criar a sus hijos te­niéndólos cerca, y el efecto de esto ha sido muy perjudicial. En las sociedades tribales los niños se alimentan de la leche de la madre­ durante un largo tiempo. Cuanto más culta es una sociedad, antes se desteta a los niños. Cuanto antes se separa a los niños de la leche materna, más dificultades tienen para experimentar paz en sus vidas. Hay un profundo resentimiento que prevalece en sus vidas desde el principio. ¿Con quién se vengarán de esta in­quietud? Se vengarán con sus propios padres.

En todo el mundo los niños se están vengando de sus padres. ¿De quién más se pueden vengar? Ellos mismos no saben el tipo de reacción que están teniendo, el tipo de rebelión que está na­ciendo en ellos, el fuego que se está encendiendo dentro de ellos. Pero, inconscientemente, muy en el fondo, saben que esta rebelión es el resultado de haber sido separados de la madre demasiado pronto. Sus corazones lo saben pero sus intelectos no. El resul­tado es que se vengarán de sus madres y sus padres, se vengarán de todo el mundo.
El niño que está en contra de su madre y de su padre no puede estar a favor de Dios. No hay ninguna posibilidad de que esté a favor de Dios porque los primeros sentimientos que tie­ne hacia Dios son los que tiene hacia su madre y su padre.

No es por casualidad que en todo el mundo Dios reciba el nombre de «el padre». No es por casualidad que veamos a Dios como una imagen de nuestro padre. Si las primeras experien­cias de un niño son la confianza, la gratitud y la reverencia ha­cia su madre y su padre, entonces desarrollará la misma expe­riencia hacia Dios, pero no al contrario.

Tan pronto como nace le separan de su madre. Su segunda fuente de energía vital está relacionada con el corazón de su ma­dre. Pero, llegado un momento, también se tendrá que separar de la leche materna.

¿Cuándo llega el momento apropiado? Este momento no llega tan pronto como nosotros pensamos. Los niños deberían es­tar cerca del corazón de la madre durante más tiempo si queremos que su amor y su corazón se desarrollen correctamente a lo largo de sus vidas. Se les obliga a separarse demasiado pronto. Una madre no debería separar a su hijo de la leche, debería per­mitir que el hijo se separase por sí mismo. Llegará un momen­to en el que el niño se separe por sí mismo. Que la madre fuer­ce la separación es como sacar al niño del útero a los cuatro o cinco meses en lugar de permitir que salga a los nueve meses. Se­parar al niño de su leche antes de que él decida que puede ha­cerlo es tan perjudicial porque el segundo centro, el centro del corazón del niño, tampoco se desarrolla correctamente.

Mientras hablamos de esto me gustaría deciros algo más. Os asombraréis al escucharlo. ¿Cómo es que en cualquier lugar del mundo la parte del cuerpo de las mujeres que más atrae a los hombres son los pechos? iTodos ellos son niños que fueron se­parados demasiado temprano de la leche de su madre! En su consciencia, escondido en su consciencia, existe un deseo de per­manecer cerca de los pechos de las mujeres. No ha sido satisfe­cho, no hay ninguna otra razón. En las sociedades tribales, en las sociedades primitivas, donde los niños están junto a los pechos de su madre durante el tiempo suficiente, los hombres no tienen este tipo de atracción hacia los pechos.

Pero, ¿por qué vuestros poemas, vuestras novelas, vuestras películas, vuestras obras de teatro y vuestras fotografías se cen­tran en los pechos de las mujeres? Porque han sido creadas por hombres que durante su niñez no pudieron estar junto al pe­cho de su madre el tiempo suficiente. Ese deseo ha permaneci­do insatisfecho, y ahora empieza a surgir con nuevas formas. Ac­tualmente se hacen películas pornográficas, libros pornográficos y canciones pornográficas. Ahora los hombres acosan a las mu­jeres por la calle y les tiran piedras. Vosotros inventáis todas esas idioteces pero luego os quejáis e intentáis deshaceros de ellas.

Es muy necesario que el niño se quede junto a los pechos de su madre el tiempo suficiente como para que su desarrollo psí­quico y psicológico tenga lugar de la forma adecuada. De lo con­trario, su centro del corazón no se desarrollará apropiadamente: será inmaduro, subdesarrollado, atascado. Y cuando el centro del corazón permanece subdesarrollado, empieza a suceder algo im­posible: la persona intenta completar con la mente el trabajo que no ha podido completar el corazón, que no ha podido com­pletar el ombligo. Este esfuerzo complica aún más las cosas, por­que cada centro tiene su función y cada centro sólo puede hacer su trabajo, no puede hacer el trabajo de los demás centros.

Ni el ombligo ni la mente pueden hacer el trabajo del co­razón. Pero en cuanto el niño es separado de la madre sólo le queda un centro sobre el que recae todo el peso: es el centro de la mente. La educación, la enseñanza, las escuelas y los colegios se han creado para el centro de la mente. Entonces sucede que sólo pueden progresar en la vida aquellas personas cuya mente está más desarrollada y es más capaz. Comienza una carrera e in­tentan hacer todo el trabajo con la mente.

El amor de una persona que ama con la mente será falso, porque la mente no tiene nada que ver con el amor. El amor sólo puede suceder a través del corazón, y no a través de la mente. Pero el centro del corazón no se ha desarrollado adecuada­mente, de modo que empiezas a usar la mente. iIncluso piensas sobre el amor! El amor no tiene nada que ver con el pensamiento pero, en ti, incluso el amor se expresa como un pensamiento. Por eso hay tanta sexualidad en el mundo.

La sexualidad sólo tiene un sentido: significa que la mente se está utilizando para hacer el trabajo del centro sexual. Cuan­do el sexo entra en la mente se destruye toda la vida, y actual­mente ha entrado el sexo en la mente en todo el mundo. El centro sexual es el ombligo, porque la mayor energía que hay en la vida es el sexo: el nacimiento llega a través de él, la vida llega a través de él, el desarrollo de la vida llega a través de él. Pero vuestro centro del ombligo está subdesarrollado, por eso estáis usando otros centros para llevar a cabo sus funciones. En los animales hay sexo pero no hay sexualidad; por eso el sexo de los animales tiene una cierta belleza, una alegría.

La sexualidad del hombre es horrible porque el sexo se ha convertido en un proceso de pensamiento dentro de su mente; incluso piensa sobre el sexo.

Alguien puede comer algo; comer está muy bien, pero si alguien piensa en la comida veinticuatro horas al día, entonces está enfermo. Comer está bien, es absolutamente necesario, hay que comer, pero si alguien piensa en la comida las veinticuatro horas del día significa que los centros de esta persona están al­terados, está usando la mente para hacer el trabajo del estóma­go. Pero el alimento no puede llegar a la mente, ni puede ser digerido por la mente. La mente sólo puede pensar, sólo puede contemplar. Cuanto más piensa la mente en la comida, más se malgasta el esfuerzo del estómago; éste se alterará. ¡Intenta algún día digerir tu comida con el pensamiento!


Normalmente, comes tu comida y dejas de pensar en ello. La comida entra en el estómago por su cuenta y el estómago realiza el trabajo de digerirla. Es un centro inconsciente. Hace su trabajo, no tienes que pensar en ello. Pero estate atento algún día y piensa en ello: la comida ha llegado en este momento al es­tómago, en este momento está sucediendo esto, en este otro mo­mento está sucediendo esto otro... Verás que ese dia será imposi­ble digerir tu comida. Cuanto más interviene el pensamiento, más interferencias hay en el proceso inconsciente del estómago. Este tipo de incidentes suelen ser muy raros, excepto con la gente que está obsesionada con el ayuno.

Si alguien ayuna sin motivo alguno, gradualmente la comi­da se introducirá en sus pensamientos. No comerá, ayunará, pero estará pensando en la comida. Este pensamiento es peor aún que comer. Comer no es tan peligroso. La comida es esencial para la vida, pero pensar en la comida es una enfermedad. Cuan­do una persona empieza a pensar en la comida se detendrá el de­sarrollo de su vida. Estará obsesionado con esos pensamientos inútiles.
Esto es lo que ha sucedido con el sexo: lo hemos desviado for­zosamente de su verdadero centro y ahora estamos pensando en él.

De este modo has entregado gradualmente las funciones de tres centros importantes de tu vida a la mente. Es como si un hombre intentase oír con los ojos o ver con la boca. Es como si un hombre intentase ver o saborear con los oídos. Dirías que ese hombre está loco porque el ojo es un mecanismo para ver y el oído es un mecanismo para oír. El oído no puede ver, el ojo no puede oír. Si intentas hacer las cosas de esta manera el resulta­do final será un caos.
Del mismo modo, el hombre tiene tres centros. El centro de la vida es el ombligo, el centro del sentimiento es el corazón y el centro del pensamiento es la mente. El pensamiento es el centro más exterior de los tres. El siguiente, más profundo, es el senti­miento, y aún más profundo se encuentra el centro del ser.

Tal vez pienses que si se detiene el corazón se detendrá tam­bién la energía vital. Pero ahora los científicos han llegado a una conclusión: aunque deje de latir el corazón, la persona puede seguir viviendo siempre que vuelva a latir antes de que pasen seis minu­tos. Cuando se acaba la conexión con el corazón, el centro vital del ombligo sigue estando activo durante seis minutos. Si en esos seis minutos se puede reactivar el corazón o trasplantar uno nuevo, la persona puede continuar viviendo y no tendrá que morir. Pero si se va la vida del centro del ombligo, de nada servirá poner un nuevo corazón. Nuestro centro más profundo y básico es el ombligo. Esta mañana os he hablado un poco sobre este centro.

La humanidad que hemos creado hasta ahora está patas arriba. Es como si el ser humano estuviese cabeza abajo, practi­cando shirshasana. La persona que hace shirshasana está con la cabeza en el suelo y los pies en el aire. Si un hombre hiciese shirshasana durante veinticuatro horas, ¿en qué estado estaría? iTe lo puedes imaginar! Sin duda se volvería loco. Ya está loco; de lo contrario, no estaría cabeza abajo durante veinticuatro ho­ras, no tiene ningún motivo para hacerlo. Pero habéis invertido las cosas en vuestra vida, itodos estáis cabeza abajo! Habéis con­vertido la cabeza en la base de vuestra vida. Pensar y contemplar se ha convertido en la base de la vida.

La verdadera religión dice que pensar y contemplar no es la base de la vida; la base debería ser liberarse del pensamiento y de la contemplación, llegar a no tener pensamientos. Pero vives pensando y contemplando e intentas decidir cómo vivir tu vida por medio del pensamiento y la contemplación. Por culpa de esto vuestros métodos se han descaminado. No se puede decidir nada pensando y contemplando, la comida no se digiere con el pensamiento, la sangre no fluye por tus venas gracias a tu pen­samiento, tu respiración no funciona gracias a tu pensamiento.

¿Has considerado alguna vez que, ningún proceso impor­tante de tu vida está relacionado con el pensamiento? De hecho, todos los procesos de la vida se ralentizan y se alteran cuando se piensa demasiado. Por eso necesitas dormir todas las noches y perderte en un sueño profundo, para que tus procesos puedan funcionar adecuadamente sin que tú lo impidas; después, por la mañana, volverás a encontrarte fresco de nuevo. La misma su­pervivencia de una persona que no es capaz de perderse en un sueño profundo está en peligro, porque pensar constantemente interfiere en los procesos básicos de tu vida. Por eso la naturale­za te sumerge durante un rato en un sueño profundo, te trans­porta a un estado de inconsciencia en el cual se detiene todo pensamiento y tus verdaderos centros están activos.

También existe un vínculo entre tus verdaderos centros. Por ejemplo, me puedo relacionar contigo a través del intelecto. Mis pensamientos te pueden parecer correctos, mis pensamientos te pueden parecer extraordinarios; en ese caso habrá un vínculo entre tú y yo. Este tipo de vínculo es el tipo más superficial, pero el intelecto no establece vínculos más profundos.

Los vínculos más profundos son los vínculos del corazón, del amor; pero los vínculos de amor no surgen por medio del pen­samiento. Los vínculos de amor suceden sin damos cuenta, sin pensar. Y los vínculos de la vida que tienen lugar a través del ombligo, no del corazón, son todavía más profundos. Son inclu­so más indescriptibles. Es difícil definir qué tipo de vínculos son porque no conoces esta dimensión en absoluto.

Te he dicho antes que la fuerza vital de la madre activa el ombligo del niño. Hay un tipo de electricidad que fluye conti­nuamente entre el ombligo de la madre y el ombligo del niño. Después, a lo largo de su vida, siempre que el niño se acerque a una mujer de la que fluye una energía parecida a la de su madre, el niño sentirá inconscientemente un cierto vínculo. Y no com­prenderá en absoluto qué clase de vínculo ha empezado a sentir ni por qué. Hemos llamado amor a este vínculo desconocido. No somos capaces de reconocerlo, por eso decimos que es «cie­go», el amor es ciego. Del mismo modo que los oídos no pueden ver la lengua no puede oler y el ojo no puede saborear, el amor es ciego porque surge de unos niveles tan profundos que nos re­sulta difícil comprender las razones de esto.

Con algunas personas de repente sientes una fuerte repul­sión, sientes que quieres alejarte de ellas. Y no entiendes cuál es el motivo de querer alejarte. ¿Por qué te quieres alejar? Si tu electricidad y la de ellos -a las que afecta el ombligo- es opuesta, entonces tendrás que alejarte sin poder entenderlo. Sen­tirás como si algo te obligase a abandonarles.
Pero a veces te sientes atraído hacia una persona y no en­tiendes por qué; aparentemente, no hay ningún motivo. Percibes tu electricidad y la suya como si fuesen más próximas, similares, del mismo tipo, conectadas la una a la otra, por eso tienes esa ex­periencia.

Hay tres tipos de vínculos en la vida del hombre. Hay víncu­los intelectuales, que no son muy profundos. El vínculo que exis­te entre un maestro y su alumno es de este tipo. Hay vínculos de amor, que son más profundos que los intelectuales. Los vínculos que hay entre una madre y un hijo, entre hermanos, entre un marido y una esposa; son este tipo de vínculos, surgen del cora­zón. Después hay vínculos más profundos que surgen del om­bligo. Yo denomino a los vínculos que surgen del ombligo «amis­tades». Son más profundas que el amor. El amor puede acabarse, la amistad no se acaba nunca. Mañana podemos odiar a la persona que hoy amamos, pero si alguien es un amigo nunca se conver­tirá en un enemigo. Si se convierte en un enemigo sabremos que nunca hubo amistad desde un principio. Los vínculos de amistad están en el ombligo, son vínculos que pertenecen a esferas más profundas y desconocidas.

Por eso Buda no le decía a la gente que se amasen los unos a los otros. Él hablaba de amistad. Tenía un motivo para hacer­la, decía que en tu vida debería haber amigos. Hubo alguien que incluso le preguntó: «¿Por qué no lo llamas amor?».
Y Buda respondió: «La amistad es algo mucho más profun­do que el amor. El amor puede acabarse, la amistad nunca se acaba.»

El amor ata, la amistad te da libertad. El amor puede escla­vizar, puede poseer, puede convertirse en tu amo. La amistad nunca se convierte en el amo de nadie, no retiene a nadie. No te aprisiona, te libera. El amor se convierte en una esclavitud por­que los amantes se empeñan en creer que el otro no debería amar a nadie más que a ellos.

La amistad no insiste en esto. Alguien puede tener miles de amigos, millones de amigos, porque la amistad es una experien­cia muy amplia, muy profunda. Surge del centro más profundo de la vida. Por eso la amistad, en última instancia, se convierte en el mejor camino para conducirte hacia la divinidad. La persona que es amiga de todo el mundo, tarde o temprano alcanzará la divinidad, porque sus vínculos tienen lugar con el centro del ombligo de los demás. Y cualquier día acabará vinculándose con el centro del ombligo del universo.

Nuestros vínculos en la vida no deberían ser meramente in­telectuales, no deberían pertenecer meramente al corazón, de­berían ser más profundos, deberían. Pertenecer al ombligo.

Por ejemplo, en ninguna parte del mundo está claro -an­tes o después quedará claro, antes o después llegaremos a sa­berlo - que estamos conectados con fuentes de energía vital muy alejadas, con una energía que no podemos ver. Sabemos que la luna está muy lejos; a pesar de todo, tiene una influencia desconocida sobre el océano: el océano sube y baja con la luna. Sabemos que el sol está muy alejado, pero está conectado con la vida por medio de unos hilos invisibles: iel sol sale por la maña­na y la vida se revoluciona! Todo lo que estaba dormido, todo lo que estaba como muerto, todo lo que estaba inconsciente se vuelve consciente. Lo que está dormido empieza a despertarse, las flores florecen, los pájaros cantan. Hay un flujo invisible del sol que nos afecta.

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