Ocasionalmente la vida nos pide que demos un paso hacia delante, que estemos a la altura de las circunstancias y venzamos nuestras limitaciones. Durante estos tiempos, movilizamos nuestras fuerzas y lo damos todo. Y como este tipo de circunstancias suelen ser pocas y espaciadas, nos manejamos bien. Logramos el éxito y salimos vencedores.
Escalamos la gran montaña.
¿Pero qué sucede el resto del tiempo? ¿Qué pasa con la rutina diaria y mundana en la que pasamos el 90% de nuestras vidas?
Nuestro objetivo debe ser perfeccionar lo cotidiano. Tenemos que encontrar maneras de vigorizarnos y sentirnos inspirados durante los tiempos poco estimulantes. Y todo empieza con reconocer la perfección en la norma. Tomar nuestro trabajo habitual, nuestros compromisos diarios y hacerlo lo mejor que podamos es un éxito mucho mayor que escalar esa gran montaña.
Considera lo siguiente: se dedica un año entero de trabajo al Super Bowl. El partido en su totalidad dura cuatro horas, pero cientos, quizá miles de personas están trabajando para lo que tiene lugar durante esa tarde. La paradoja es que lo que determina la grandeza del Super Bowl es lo extraordinarios que son los restantes 364 días del año para todos aquellos que están involucrados en el evento.
No dejes que tu vida sea monótona. Haz que sea extraordinaria. Nuestras vidas no se miden por cómo nos manejamos en los incendios. Se miden por cómo nos desenvolvemos cuando no hay fuegos que apagar, cuando no hay drama.
Esta semana, revisa tu vida cotidiana. Encuentra maneras de hacer que lo ordinario sea extraordinario, ya sea con tus hijos, tu trabajo, tu transformación personal, con cualquier cosa, con todas las cosas. Estos son los momentos que cuentan. Este momento. Y el siguiente...
Todo lo mejor,
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