Cuanto tiempo hermanos... En esta oportunidad quiero compartir con ustedes un punto de vista muy claro, simple y hermoso de un hombre kabbalistico. Visión clara y simple, que no difiere de alguna Induista, Budista y incluso cristiana. Pronto volveremos renovados y con mas fuerza. Un abrazo grande de este humilde guerrero que los ama y les recuerda, que somos luz, la luz de su luz, luz somos!
Cada uno de nosotros llega a este mundo con un propósito específico que es únicamente nuestro, así como un propósito general que todos compartimos: nuestra corrección espiritual o tikún.
Como estudiantes de Kabbalah, aprendemos que nuestro tikún está formado por comportamientos negativos acumulados de vidas anteriores. Corregir estos patrones destructivos es nuestro trabajo aquí. Transformar y limpiar este “equipaje” es la forma en que alcanzamos nuestra corrección y, en última instancia, nuestra perfección.
Hay dos caminos para lograrlo. El primero empieza con el despertar de la conciencia de que: “No soy la persona que quiero ser. No puedo ser alguien que vive meramente tomando de los demás; seré alguien que da”. Como resultado de esta comprensión, empezamos nuestro trabajo espiritual.
¡Esto es un logro en sí mismo! Tomar la decisión de cambiar representa un gran paso hacia delante. Nuestra naturaleza como seres físicos es ser dominados por el Deseo de Recibir Sólo para Uno Mismo. Apartarnos de este enfoque es en realidad bastante asombroso, y no le sucede a todo el mundo.
La otra forma de completar nuestro tikún es a través de los acontecimientos externos y sus efectos. Si no llegamos a ver nuestra necesidad de cambiar, finalmente se nos requerirá que lo hagamos a través del dolor y el sufrimiento. El universo nos pegará fuerte como efecto de nuestras acciones.
De una u otra forma, al final llegaremos y acabaremos el trabajo, si no en esta vida, entonces en una futura; pero una persona que ha elegido cambiar conscientemente revela más Luz y bendiciones para ella misma y para el mundo que una que meramente reacciona a fuerzas externas.
En este mundo se nos da una simple elección: la autotransformación o el sufrimiento.
¡Ninguna de estas opciones es fácil! Cualquier cosa que merezca la pena tener es siempre difícil de conseguir, pero cuando elegimos nuestra propia transformación erradicamos el sufrimiento, no sólo de nuestra vida, sino del mundo entero.
Esta semana, recuerda que aquello que te resulte más difícil hacer es lo que viniste a este mundo a corregir.
Recuerda que los momentos en los que más quieres ser reactivo, “¡Este es mi momento! ¡Esta es mi hora para brillar!”. Sólo en estos momentos tenemos la rara oportunidad de liberarnos de la esclavitud de nuestras encarnaciones previas.
Todo lo mejor,
Yehuda
Cada uno de nosotros llega a este mundo con un propósito específico que es únicamente nuestro, así como un propósito general que todos compartimos: nuestra corrección espiritual o tikún.
Como estudiantes de Kabbalah, aprendemos que nuestro tikún está formado por comportamientos negativos acumulados de vidas anteriores. Corregir estos patrones destructivos es nuestro trabajo aquí. Transformar y limpiar este “equipaje” es la forma en que alcanzamos nuestra corrección y, en última instancia, nuestra perfección.
Hay dos caminos para lograrlo. El primero empieza con el despertar de la conciencia de que: “No soy la persona que quiero ser. No puedo ser alguien que vive meramente tomando de los demás; seré alguien que da”. Como resultado de esta comprensión, empezamos nuestro trabajo espiritual.
¡Esto es un logro en sí mismo! Tomar la decisión de cambiar representa un gran paso hacia delante. Nuestra naturaleza como seres físicos es ser dominados por el Deseo de Recibir Sólo para Uno Mismo. Apartarnos de este enfoque es en realidad bastante asombroso, y no le sucede a todo el mundo.
La otra forma de completar nuestro tikún es a través de los acontecimientos externos y sus efectos. Si no llegamos a ver nuestra necesidad de cambiar, finalmente se nos requerirá que lo hagamos a través del dolor y el sufrimiento. El universo nos pegará fuerte como efecto de nuestras acciones.
De una u otra forma, al final llegaremos y acabaremos el trabajo, si no en esta vida, entonces en una futura; pero una persona que ha elegido cambiar conscientemente revela más Luz y bendiciones para ella misma y para el mundo que una que meramente reacciona a fuerzas externas.
En este mundo se nos da una simple elección: la autotransformación o el sufrimiento.
¡Ninguna de estas opciones es fácil! Cualquier cosa que merezca la pena tener es siempre difícil de conseguir, pero cuando elegimos nuestra propia transformación erradicamos el sufrimiento, no sólo de nuestra vida, sino del mundo entero.
Esta semana, recuerda que aquello que te resulte más difícil hacer es lo que viniste a este mundo a corregir.
Recuerda que los momentos en los que más quieres ser reactivo, “¡Este es mi momento! ¡Esta es mi hora para brillar!”. Sólo en estos momentos tenemos la rara oportunidad de liberarnos de la esclavitud de nuestras encarnaciones previas.
Todo lo mejor,
Yehuda