Los estudiantes a menudo me piden que describa el propósito del Centro de Kabbalah en una sola frase, y esta es mi respuesta: La misión del Centro de Kabbalah es eliminar la oscuridad del mundo revelando la Luz.
Les doy el ejemplo de un gran auditorio oscuro. Si colocas una sola vela en el medio, ésta no solo disminuye la oscuridad, sino que no hay suficiente cantidad de oscuridad que pueda extinguir la llama. Aunque la oscuridad se expandiera, no tendría efecto en el resplandor de la vela.
La oscuridad carece de poder en presencia de la Luz. La relación entre la luz y la oscuridad en el mundo cotidiano revela un profundo secreto de la espiritualidad. La oscuridad espiritual sólo puede existir en ausencia de la Luz.
Al compartir la sabiduría de la Kabbalah con el mundo estamos fundamentalmente encendiendo velas en nuestro mundo oscurecido, pues la sabiduría y las herramientas mismas son la materia y la sustancia de la que está hecha la Luz espiritual.
Cuanto más compartimos estas herramientas, más disminuimos la oscuridad en todo el mundo.
Estudiar la Kabbalah es un asombroso viaje personal, pero requiere asumir la responsabilidad personal por el mundo. Pensar que somos una pequeña gota en un vasto océano no es la forma de pensar de un kabbalista. Un verdadero kabbalista sabe que sus acciones pueden ser el grano preciso de arena que haga inclinar la balanza a favor de la paz y la armonía en el mundo.
Ninguno de nosotros puede descansar tranquilo hasta que se haya alcanzado una masa crítica, cuando suficientes ciudadanos del mundo utilicen las herramientas de la Kabbalah para eliminar la oscuridad de sus vidas.
La energía de esta semana es tal que si deseas renovar tu compromiso de eliminar la oscuridad encontrarás los métodos para hacerlo. Y por supuesto, no olvides que cada una de las vidas que tocas añade mayores bendiciones a tu vida.
Al estudiar la Kabbalah, te estás beneficiando de la sangre, el sudor y las lágrimas de generaciones de kabbalistas comprometidos que han puesto y ponen sus vidas en peligro para mantener viva esta sabiduría. Lo sé por experiencia personal.
Al crecer como hijo del Rav y Karen Berg, los líderes espirituales del Centro de Kabbalah, durante la mayor parte de mi infancia fuimos tratados como marginados y teníamos pocos amigos y fondos escasos. Pero el Rav y Karen tenían el 100% de certeza de que la Kabbalah sería la única fuerza que trascendería la religión y unificaría a todos los ciudadanos del mundo.
Si tienes conocimiento de esta información, has aceptado sin saberlo una gran responsabilidad: compartir este antídoto para el dolor y el sufrimiento con amigos, familia y toda la humanidad. Como a menudo decimos en nuestras charlas y libros: una simple estrella no ilumina todo el cielo. Se necesitan millones.
Esta semana, es importante que te hagas dos preguntas. Primera: “¿Entiendo verdaderamente el potencial que tiene la Kabbalah para salvar al mundo?”. Y segunda: “¿Qué estoy haciendo para compartir la llama?". Cuando tengas tu respuesta, no importará cómo estés compartiendo la llama en este momento, pues te darás cuenta de que no es suficiente. No seas egoísta con la sabiduría. Sé desinteresado.
Todo lo mejor,
Les doy el ejemplo de un gran auditorio oscuro. Si colocas una sola vela en el medio, ésta no solo disminuye la oscuridad, sino que no hay suficiente cantidad de oscuridad que pueda extinguir la llama. Aunque la oscuridad se expandiera, no tendría efecto en el resplandor de la vela.
La oscuridad carece de poder en presencia de la Luz. La relación entre la luz y la oscuridad en el mundo cotidiano revela un profundo secreto de la espiritualidad. La oscuridad espiritual sólo puede existir en ausencia de la Luz.
Al compartir la sabiduría de la Kabbalah con el mundo estamos fundamentalmente encendiendo velas en nuestro mundo oscurecido, pues la sabiduría y las herramientas mismas son la materia y la sustancia de la que está hecha la Luz espiritual.
Cuanto más compartimos estas herramientas, más disminuimos la oscuridad en todo el mundo.
Estudiar la Kabbalah es un asombroso viaje personal, pero requiere asumir la responsabilidad personal por el mundo. Pensar que somos una pequeña gota en un vasto océano no es la forma de pensar de un kabbalista. Un verdadero kabbalista sabe que sus acciones pueden ser el grano preciso de arena que haga inclinar la balanza a favor de la paz y la armonía en el mundo.
Ninguno de nosotros puede descansar tranquilo hasta que se haya alcanzado una masa crítica, cuando suficientes ciudadanos del mundo utilicen las herramientas de la Kabbalah para eliminar la oscuridad de sus vidas.
La energía de esta semana es tal que si deseas renovar tu compromiso de eliminar la oscuridad encontrarás los métodos para hacerlo. Y por supuesto, no olvides que cada una de las vidas que tocas añade mayores bendiciones a tu vida.
Al estudiar la Kabbalah, te estás beneficiando de la sangre, el sudor y las lágrimas de generaciones de kabbalistas comprometidos que han puesto y ponen sus vidas en peligro para mantener viva esta sabiduría. Lo sé por experiencia personal.
Al crecer como hijo del Rav y Karen Berg, los líderes espirituales del Centro de Kabbalah, durante la mayor parte de mi infancia fuimos tratados como marginados y teníamos pocos amigos y fondos escasos. Pero el Rav y Karen tenían el 100% de certeza de que la Kabbalah sería la única fuerza que trascendería la religión y unificaría a todos los ciudadanos del mundo.
Si tienes conocimiento de esta información, has aceptado sin saberlo una gran responsabilidad: compartir este antídoto para el dolor y el sufrimiento con amigos, familia y toda la humanidad. Como a menudo decimos en nuestras charlas y libros: una simple estrella no ilumina todo el cielo. Se necesitan millones.
Esta semana, es importante que te hagas dos preguntas. Primera: “¿Entiendo verdaderamente el potencial que tiene la Kabbalah para salvar al mundo?”. Y segunda: “¿Qué estoy haciendo para compartir la llama?". Cuando tengas tu respuesta, no importará cómo estés compartiendo la llama en este momento, pues te darás cuenta de que no es suficiente. No seas egoísta con la sabiduría. Sé desinteresado.
Todo lo mejor,
Yehuda Berg
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