Este caos en el que el mundo se encuentra no es culpa de los políticos. Nosotros nos hemos permitido llegar a este punto colectivamente. En lugar de dejar que las comunidades se desarrollen de forma natural a través de nuestra creciente compasión, conciencia y dedicación, estamos intentando legislarlas continuamente. Al hacerlo, ayudamos a adormecer nuestras respuestas humanas, evitar nuestras responsabilidades hacia los demás y negarnos nuestro verdadero potencial de crecimiento como seres humanos en una comunidad global.
Admitámoslo amigos: simplemente no queremos enfrentarnos a ello. Nos automedicamos para desensibilizarnos, perseguimos distracciones temporales, incluyendo la tecnología, la pornografía, las drogas o agendas personales de autojustificación. Alternativamente, evitamos totalmente el problema traspasando la culpa a otro lugar o negando que el problema siquiera exista.
Pero hay otro camino: aceptar los problemas que hemos creado, aprender de ellos y luego trabajar juntos para descubrir soluciones viables. Esta es la única manera de crecer como individuos y como sociedad. Si no aceptamos la responsabilidad o culpamos a este grupo o aquel otro, estaremos cavando un agujero todavía más grande, y los problemas medioambientales se convertirán en desastres medioambientales que no podremos revertir.
Tenemos que afrontar tanto los problemas que hemos creado nosotros mismos como los que tenemos delante de nuestras narices, aunque nuestras manos no fueran las que vertieron los productos químicos en las vías fluviales ni nuestras sierras eléctricas fueran las que cortaron los árboles de la selva. No podemos seguir denunciándonos entre nosotros para hacer que el problema desaparezca; no podemos continuar enterrándolo bajo tierra y esperar hasta que las toxinas se filtren en nuestras comunidades. No importa si lo que estamos tirando es nuestra basura física o nuestra basura emocional.
No podemos esconderlo más del mundo. Debemos tratar a éste como una extensión de nuestro cuerpo –lo cual es–, o todos sufriremos.
Convertirse en un verdadero activista —en un catalizador verdadero para el cambio— ¡puede suceder sólo cuando cambiamos nosotros mismos! Este entendimiento abre una conciencia en nuestro interior, y una vez que tengamos esta conciencia, el universo dejará claro lo que necesitamos corregir. Estos elementos son la única forma de transformar nuestro comportamiento egoísta en activismo verdadero y efectivo. ¡Cuando piensas que estás siendo un "activista" y realmente estás atascado en tus intereses personales, estás verdaderamente creando un problema que es todavía más difícil de solucionar que el problema contra el cual estás luchando!
Como todos estamos conectados, nada fuera de nosotros cambiará hasta que nosotros cambiemos. Tendemos a querer "cambiar el mundo" para mejorar nuestras vidas. En lugar de eso, necesitamos cambiarnos a nosotros mismos para crear un mundo mejor. Es una paradoja.
Cuanto más quieres cambiar el mundo, más tienes que cambiarte a ti mismo.
Todo lo mejor,
Yehudá Berg
P.D. Hay muchos agentes inspiradores para el cambio en el mundo que ofrecen poderosos caminos para la transformación. La Kabbalah no es el único camino. Sucede que éste es mi linaje. No obstante, busca aquello que te incite a cambiar.
Pronto tendrá lugar un evento importante para tener en cuenta. Se llama COMPROMÉTETE hoy [en inglés]. Es una reunión de algunos de los agentes para el cambio más brillantes e inspiradores, como Su Santidad el Dalai Lama y Richard Branson, un hombre de negocios inconformista con conciencia medioambiental, y muchos más.
0 comentarios:
Publicar un comentario