MIÉRCOLES 9 DE SEPTIEMBRE DE 2009
Cuando peleamos con nuestra esposa, vecino, hijo, jefe, en realidad no estamos peleando con ellos. Cuando nos maltratamos a nosotros mismos por algo que hicimos o no hicimos, en realidad no nos estamos maltratando a nosotros mismos. Cuando nos enojamos con Dios, en realidad no nos enojamos con Dios.
Hay una fuerza negativa en el universo que se interpone; esto nos hace perder la fe, la paciencia, la esperanza. Hace que los pensamientos en nuestra cabeza se oscurezcan y que la Luz en nuestro corazón se atenúe.
Hoy, cuando entres en conflicto contigo o con otro, sé consciente de que es esa fuerza metiéndose la que está causando la separación. Éste es un nivel elevado de pensamiento y, no obstante, sencillo cuando lo entendemos. Y cuando es así, nos ayuda a sanar muchas viejas heridas y a evitar que se creen otras nuevas.
Cuando peleamos con nuestra esposa, vecino, hijo, jefe, en realidad no estamos peleando con ellos. Cuando nos maltratamos a nosotros mismos por algo que hicimos o no hicimos, en realidad no nos estamos maltratando a nosotros mismos. Cuando nos enojamos con Dios, en realidad no nos enojamos con Dios.
Hay una fuerza negativa en el universo que se interpone; esto nos hace perder la fe, la paciencia, la esperanza. Hace que los pensamientos en nuestra cabeza se oscurezcan y que la Luz en nuestro corazón se atenúe.
Hoy, cuando entres en conflicto contigo o con otro, sé consciente de que es esa fuerza metiéndose la que está causando la separación. Éste es un nivel elevado de pensamiento y, no obstante, sencillo cuando lo entendemos. Y cuando es así, nos ayuda a sanar muchas viejas heridas y a evitar que se creen otras nuevas.
0 comentarios:
Publicar un comentario