Estos días he estado viajando mucho. Muchísimo. Me encanta conocer caras nuevas, escuchar sus historias de transformación, compartir lágrimas y sonrisas. Es un trabajo gratificante.
Pero no es un trabajo cómodo; y por eso me gusta tanto.
Estamos comprendidos de dos facetas: la espiritual y la física. La espiritual es mi alma. La física es mi cuerpo, mi ego, mi intelecto y todo lo que viene con éste. Ambas no pueden compartir el poder. En cualquier momento dado, una de ellas está a cargo. En cualquier momento dado, una de ellas está siendo alimentada.
Cuando estoy incómodo, fuera de mi zona de confort, mi alma se regocija. Se acerca más a su fuente. Se acerca más a su propósito
La incomodidad viene en muchas formas: humillación, dolor, confusion. Básicamente, siempre que estoy yendo proactiva o reactivamente en contra de mi naturaleza, que es buscar la comodidad.
Dentro de esta verdad espiritual se halla un gran secreto para obtener más control sobre nuestras vidas. La incomodidad es inevitable. Pero cuando la iniciamos, lo hacemos bajo nuestro propios términos, y al elegirla nos conectamos con una Luz mayor que si la incomodidad simplemente nos ocurre.
Así que esta semana te reto a que te retes a ti mismo. Sé honesto y elabora una lista de lo que es incómodo para ti. Todas las cosas que te dan vergüenza, que eludes, que te hacen poner rojo.
Y persigue esas cosas. Admite tus fallas. Haz de voluntario una hora más. Responde esa llamada que desearías que se desviara directamente a tu buzón de voz. Incluso resiste el impulso de tomarte la pastilla cuando aparece el dolor de cabeza... aunque sea por unos minutos más.
Cuanto más te encuentres fuera de tu zona de confort, más te liberarás de las limitaciones del mundo físico.
Todo lo mejor,
Pero no es un trabajo cómodo; y por eso me gusta tanto.
Estamos comprendidos de dos facetas: la espiritual y la física. La espiritual es mi alma. La física es mi cuerpo, mi ego, mi intelecto y todo lo que viene con éste. Ambas no pueden compartir el poder. En cualquier momento dado, una de ellas está a cargo. En cualquier momento dado, una de ellas está siendo alimentada.
Cuando estoy incómodo, fuera de mi zona de confort, mi alma se regocija. Se acerca más a su fuente. Se acerca más a su propósito
La incomodidad viene en muchas formas: humillación, dolor, confusion. Básicamente, siempre que estoy yendo proactiva o reactivamente en contra de mi naturaleza, que es buscar la comodidad.
Dentro de esta verdad espiritual se halla un gran secreto para obtener más control sobre nuestras vidas. La incomodidad es inevitable. Pero cuando la iniciamos, lo hacemos bajo nuestro propios términos, y al elegirla nos conectamos con una Luz mayor que si la incomodidad simplemente nos ocurre.
Así que esta semana te reto a que te retes a ti mismo. Sé honesto y elabora una lista de lo que es incómodo para ti. Todas las cosas que te dan vergüenza, que eludes, que te hacen poner rojo.
Y persigue esas cosas. Admite tus fallas. Haz de voluntario una hora más. Responde esa llamada que desearías que se desviara directamente a tu buzón de voz. Incluso resiste el impulso de tomarte la pastilla cuando aparece el dolor de cabeza... aunque sea por unos minutos más.
Cuanto más te encuentres fuera de tu zona de confort, más te liberarás de las limitaciones del mundo físico.
Todo lo mejor,
Yehudá Berg
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