Una de las primeras cosas que aprendemos en Kabbalah es que cambiar nosotros es la única manera de crear un cambio real en el mundo. Nosotros somos el punto de afectación, donde todo empieza.
Y sin embargo, ¿cuántos de nosotros nos despertamos cada día y pensamos en el cuadro completo? ¿Nos despertamos y pensamos: “Lo que haga hoy, mi forma de tratar a los demás y mis acciones, tendrán una repercusión en el mundo entero?”.
Sí, en ocasiones tenemos estos pensamientos. Pero no es algo que tengamos en primera línea de nuestras mentes con la frecuencia suficiente.
Imagina cómo sería la vida si cada uno de nosotros se despertara cada mañana y decidiera: “Hoy va a ser el mejor día de mi vida y el mejor día del mundo. Voy a tratar a todos con amabilidad y dignidad. Voy a resistir a cada impulso que tenga de dar a alguien un trozo de mi inteligencia. Voy a dejar que sea mi alma la que camine y hable, y simplemente voy a llevar mi cuerpo a lo largo del paseo”.
¿Qué pasaría entonces? Que iluminaríamos el día de alguien, quien a su vez iluminaría el día de otra persona, y así sucesivamente. Al final del día, es posible que hayamos impresionado a miles de personas. Habría un cambio enorme en el mundo.
Actualmente tenemos tantas personas estudiando Kabbalah, que podemos acelerar esta reacción en cadena. Pero para que funcione, debemos ser compasivos y ocuparnos de los demás en cada momento del día. Y cuando no podemos hacerlo, debemos comprometernos a encontrar el bloqueo que está limitando nuestro amor.
¡Esta semana sé un modelo a seguir. No le digas a todo el mundo cómo debe comportarse todo el tiempo. Da un buen ejemplo con tus propias acciones. Cuando lo hagas, las personas lo percibirán y te seguirán. Es algo que percibirán al nivel del alma y eso activará una fuerza positiva en su interior también!
Así es como completaremos esta tarea.
Todo lo mejor,
Yehuda Berg
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