MIÉRCOLES, 27 DE OCTUBRE DE 2010
El orgullo se interpone en el camino cuando nos decimos a nosotros mismos que somos fuertes y que no deberíamos cargar a los demás con nuestros problemas. Pero estos pensamientos promueven el vacío, aislamiento y separación de los demás y de la fuente de toda alegría.
Aprender a resistir la tentación de aislarse requiere un poco de práctica, pero el resultado puede ser milagroso. Al contestar el teléfono, acompañar a un forastero a un café o ayudar a alguien necesitado, rompemos el ciclo. Estas pequeñas medidas proactivas de comprometerse con los demás nos reconectan inmediatamente con la Luz a través de ellos y con el amor del universo.
El orgullo se interpone en el camino cuando nos decimos a nosotros mismos que somos fuertes y que no deberíamos cargar a los demás con nuestros problemas. Pero estos pensamientos promueven el vacío, aislamiento y separación de los demás y de la fuente de toda alegría.
Aprender a resistir la tentación de aislarse requiere un poco de práctica, pero el resultado puede ser milagroso. Al contestar el teléfono, acompañar a un forastero a un café o ayudar a alguien necesitado, rompemos el ciclo. Estas pequeñas medidas proactivas de comprometerse con los demás nos reconectan inmediatamente con la Luz a través de ellos y con el amor del universo.
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