La otra noche estaba estudiando el Zóhar y leí acerca de una ocasión en la que Rav Shimón se había reunido en su casa con nueve de sus diez estudiantes. El décimo estudiante, Rav Jiyá, no estaba invitado. Lo dejaron afuera estudiando. Él sentía el deseo de estar con Rav Shimón y se sentía mal, aunque no desde el punto de vista del ego, sino más bien desde la perspectiva de si Rav Shimón está revelando Luz, ¿por qué no estoy yo allí?.
Habitualmente cuando sentimos que nos estamos perdiendo algo, hay un factor de culpa y de ego. Pero en este caso, Rav Jiyá sintió el lado puro de lo que se estaba perdiendo: él estaba sintiendo carencia verdadera.
El Zóhar continúa explicando que en un momento determinado, Rav Shimón se dio cuenta de que la presencia del Creador había abandonado el grupo y se había ido afuera para estar con Rav Jiyá, pues el deseo de éste superaba a todos los que estaban estudiando en aquella habitación.
Comparto esta lección del Zóhar contigo porque, como los estudiantes en la habitación con Rav Shimón, uno de nuestros mayores obstáculos es el deseo. A menudo llevamos a cabo la acción física necesaria para hacer que las cosas ocurran, pero el problema esencial que nos impide seguir avanzando es no tener un deseo verdadero.
Podemos desear tener éxito y ser felices, pero no deseamos participar en el trabajo necesario para llegar allí. Podemos desear perder peso o liberarnos de adicciones, pero no deseamos hacer el esfuerzo necesario para superar nuestros retos. Podemos incluso desear la grandeza, pero no deseamos el riesgo y la vulnerabilidad, así que preferimos quedarnos pequeños y estancados.
Deseamos cosas poderosas, ¿pero deseamos la responsabilidad que éstas traen consigo?
Tal como explica el Zóhar, a veces ganas mucho estando con Rav Shimón y a veces ganas mucho no estando con Rav Shimón. ¿Por qué?
La carencia es un catalizador para el deseo verdadero. Y el deseo verdadero es la clave para alcanzar nuestro propósito en este mundo.
Así que, esta semana, tienes dos tareas:
1) En las áreas de tu vida en las que careces de deseo, aprecia lo que sí tienes en lugar de enfocarte en lo que no tienes. La apreciación aumenta tus bendiciones. La falta de apreciación hace que éstas se disipen.
2) En esas mismas áreas de tu vida en las que careces de deseo, llega a lo esencial. ¿Estás eludiendo la responsabilidad? ¿Tienes miedo del fracaso? ¿Eres perezoso? Si puedes trabajar con el problema esencial, tu deseo crecerá agigantadamente. Lo más probable es que descubras que tu esfuerzo y riesgo valen la pena.
Todo lo mejor,
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