"La esencia de la grandeza radíca en la capacidad de la realización personal propia en circunstancias en las que otros optan por la locura." - Dr. Wayne W. Dyer

Osho: El libro del Hara primer capitulo, Segunda parte


Un joven príncipe fue iniciado por Buda. Había conocido en su vida todo tipo de placeres, había vivido únicamente para el placer. Entonces, se convirtió en un bhikshu, en un monje. Los demás bhikshus estaban muy sorprendidos.

Dijeron:

iEsta persona se va a convertir en un bhikshu! Nunca ha salido de su palacio, nunca ha salido sin su carroza. Los caminos por los que caminaba solían estar cubiertos de alfombras rojas. iAhora quiere convertirse en un mendigo! iQué locura piensa cometer!

Buda decía que la mente del hombre se mueve entre dos ex­tremos, va de un extremo al otro. La mente del hombre nunca se queda en el medio. Del mismo modo que el péndulo de un re­loj va de un extremo al otro pero nunca se queda en el medio, la mente del hombre va de un extremo al otro. Hasta ahora ese hombre había vivido en un extremo: la indulgencia de su cuerpo; ahora quería vivir en el otro extremo: la renunciación de su cuerpo.

Y esto es lo que sucedió. Mientras que todos los bhikshus iban por la carretera, el príncipe, que nunca había caminado más que sobre las alfombras más valiosas, ahora andaba por caminos llenos de espinas. Mientras todos los bhikshus se sentaban a la sombra de un árbol, él se sentaba bajo el sol. Mientras todos los biukshus comían una vez al día, él ayunaba un dia y comía al día siguiente. Al cabo de seis meses se había quedado esquelético, su hermoso cuerpo estaba negro y sus pies llenos de heridas.

A los seis meses Buda fue a verle y le dijo:

-Shrona -ese era su nombre-, quiero pedirte una cosa. He oído decir que cuando eras un príncipe tocabas muy bien la veena. ¿Es cierto?

El bhikshu dijo:

Sí. La gente solía decir que nadie tocaba la veena tan bien como yo.

Buda dijo:

-Entonces quiero hacerte una pregunta quizá tú la puedas contestar. Mi pregunta es: «Si las cuerdas de la veena están demasiado flojas, ¿puede sonar la música?”.
Shrona empezó a reírse y dijo:

-¿Qué clase de pregunta estás haciendo? Hasta un niño sabe que si las cuerdas de la veena están flojas la música no so­nará, porque no se puede tocar música con unas cuerdas que están flojas, no se pueden puntear, por tanto, si las cuerdas están muy flojas, la música no sonará.
Entonces Buda dijo:

-¿Y si las cuerdas están demasiado tensadas?

Shrona respondió:

-Tampoco puede sonar la música con unas cuerdas de­masiado tensadas, porque se pueden romper en el momento que las tocas.

Buda preguntó:

-¿Cuándo suena la música?

Shrona dijo:

-La música suena cuando las cuerdas están en una dispo­sición que no podemos decir que sea demasiado floja ni dema­siado tirante. Hay un punto intermedio, un punto medio: la mú­sica sólo suena ahí. Y un músico experto comprueba las cuerdas antes de empezar a tocar para ver que no estén demasiado flojas ni demasiado tensadas.

Buda dijo:

-iSuficiente! Me has contestado. Yo he venido a decirte lo mismo. Del mismo modo que tú eras un experto tocando la vee­na, yo también me he convertido en un maestro tocando la veena de la vida. Y la ley que se aplica a la veena también se aplica a la veena de la vida. Si las cuerdas de la vida están demasiado flojas no suena la música, y si las cuerdas de la vida están demasiado tensadas tampoco suena la música. Quien quiera tocar la música de la vida primero tiene que comprobar que las cuerdas no estén demasiado flojas ni demasiado tensadas.

¿Dónde está la veena de la vida?

Aparte del cuerpo humano no hay ninguna otra veena de la vida. En el cuerpo humano hay cuerdas que no deberían estar ni muy flojas ni muy tensadas. Sólo cuando existe ese equilibrio puede empezar el hombre a hacer música. Conocer esa música es conocer el alma. Cuando un hombre llega a conocer la músi­ca interna que hay en su interior llega a conocer el alma; y cuando llega a conocer la música que hay escondida en la totalidad llega a conocer lo divino.
¿Dónde están las cuerdas de la veena en el cuerpo huma­no? En primer lugar, en la mente hay muchas cuerdas que es­tán demasiado tensadas. Están tan tensadas que no puede sonar la música. Si alguien las toca sólo surge locura y nada más. To­dos estáis viviendo con las cuerdas de la mente demasiado ten­sadas. Las mantenéis tensadas veinticuatro horas al día, de la mañana a la noche. Si alguien cree que se relajan por la noche se equivoca. Vuestra mente está estresada y tensada incluso du­rante la noche.

Antes no sabíamos lo que pasaba por la mente del hombre durante la noche, pero ahora se han inventado las máquinas. Mientras duermes, la máquina va informando de lo que sucede dentro del cerebro.

Actualmente, en Estados Unidos y en Rusia hay alrededor de cien laboratorios analizando lo que hace el hombre durante el sueño. Aproximadamente cuarenta mil personas han sido analizadas mientras duermen por la noche. Los resultados han sido sorprendentes. Muestran que el hombre hace lo mismo por la noche que hace durante el día. Haga lo que haga durante el día..., si durante el día regenta un negocio, durante la noche tam­bién regentará un negocio. Si la mente se preocupa durante el día, durante la noche seguirá preocupándose. Si la mente está enfadada durante el día, por la noche seguirá enfadada.

La noche es el reflejo del día; es el eco. Lo que pasa por la mente durante el día resuena como un eco por la noche. Si es­tabas enfadado con alguien y no has expresado tu enfado total­mente, si el enfado no está completo o está atascado, entonces la mente lo libera por la noche. Al concluir la expresión del enfa­do la veena intenta alcanzar el estado correcto. Si alguien ayuna durante el día, comerá por la noche durante el sueño. Todo lo que ha quedado sin concluir durante el día se intentará concluir por la noche.

Cualquier cosa que haga la mente durante el día es lo que hará por la noche. La mente está tensa durante las veinticuatro horas; no descansa. Las cuerdas de la mente nunca se relajan. Las cuerdas de la mente están muy tensas; esta es una de las cosas.

Y en segundo lugar, las cuerdas del corazón están muy flo­jas. Las cuerdas de tu corazón no están tensadas en absoluto. ¿Sabes lo que es el amor? Sabes lo que es el enfado, sabes lo que es la envidia, sabes lo que son los celos, sabes lo que es el odio. ¿Sabes lo que es el amor? Quizá digas que sí, a veces amas. Quizá­ digas que odias y también amas. ¿Pero sabes...? ¿Es posible que haya un corazón que odie y también ame? iEs como decir que una persona a veces está viva y a veces está muerta! No puedes creerlo porque un hombre puede estar vivo o muerto, pero no pueden suceder las dos cosas simultáneamente. No es posible que un hombre a veces esté vivo y a veces muerto; es imposible. O bien el corazón conoce el odio o bien conoce el amor. Pero no puede haber un arreglo entre los dos. El odio es imposible en un corazón que tiene amor.

Había una mujer faquir que se llamaba Rabiya. Había ta­chado una frase en el libro sagrado que solía leer. iNadie tacha frases en un libro sagrado! ¿Se puede mejorar algo en un libro sagrado?

Llegó otro faquir que se quedó en casa de Rabiya. Al leer el libro le dijo:

-Rabiya, ialguien ha destrozado tu libro sagrado! Ahora ya no es sagrado, alguien ha tachado una frase! ¿Quién ha sido?

Rabiya dijo:

-He sido yo.
El faquir estaba muy disgustado y dijo:
-¿Por qué has tachado esa frase?
La frase decía: odia al diablo.

Rabiya dijo: ­

- Tengo un problema: desde el día que nació en mí el amor hacia Dios también ha desaparecido el odio dentro de mí; aun­que quiera, no puedo odiar. Incluso si el diablo se presenta ante mí, sólo seré capaz de amarle. No tengo elección, porque para odiar es necesario que haya odio dentro de mí; para odiar tengo que tener odio en mi corazón. Si no, ¿de dónde lo voy a sacar y cómo lo voy a hacer?

El amor y el odio no pueden coexistir en el mismo cora­zón, las dos cosas son tan opuestas como la vida y la muerte: no pueden existir a la vez en el mismo corazón.
Entonces, ¿a qué llamas amor? Cuando hay menos odio lo llamas amor; cuando hay más odio lo llamas odio. Son propor­ciones mayores o menores del mismo odio. No hay amor en absoluto. Esta confusión se debe a la gradación. Por culpa de la gra­dación crees que el frío y el calor son dos cosas diferentes. No son dos cosas diferentes: el frío y el calor son gradaciones del mis­mo fenómeno. Si disminuye la proporción de calor, entonces em­piezas a sentir frío; si la proporción de calor aumenta, entonces empiezas a sentir calor. El frío es otra forma de calor. Parecen opuestos, diferentes, lo contrario del otro, pero no lo son. Son formas condensadas y no condensadas del mismo fenómeno.

Del mismo modo conoces el odio: la forma menos conden­sada del odio es lo que llamas amor, y la forma más condensada de odio es lo que llamas odio; pero el amor no es, de ninguna ma­nera, una forma de odio. El amor es algo completamente distin­to al odio, el amor no tiene ninguna relación con el odio.

Las cuerdas de tu corazón están totalmente flojas. La mú­sica del amor no suena con unas cuerdas tan flojas, como tam­poco suena la música de la dicha. ¿Has sentido alguna vez en tu vida lo que es la dicha? ¿Podrías decir que un determinado mo­mento fue un momento dichoso y que reconociste y experi­mentaste la dicha? Es difícil decir con autenticidad que hayas co­nocido la dicha.

¿Alguna vez has conocido el amor? ¿Alguna vez has cono­cido la paz? También es difícil decir algo acerca de esto.
¿Qué es lo que conoces? Conoces la inquietud. Sí, en oca­siones esa inquietud es de menor grado y eso es lo que llamas paz. En realidad, estás tan inquieto que cuando esta inquietud es un poco menor da la impresión de ser paz. Un hombre está en­fermo: cuando la enfermedad remite un poco, dice que está sano. Si la enfermedad que le rodea disminuye un poco, cree que está sano. ¿Pero, cuál es la relación entre la salud y la enfermedad? La salud es algo absolutamente distinto.

La salud es algo completamente distinto. Muy pocos sabe­mos lo que es la salud. Sabemos lo que es más enfermedad o menos enfermedad, pero no sabemos lo que es la salud. Sabemos lo que es más inquietud o menos inquietud, pero no sabemos lo que es la paz. Sabemos lo que es más odio o menos odio. Sabe­mos lo que es más enfado o menos enfado...
Probablemente pienses que el enfado sólo surge algunas ve­ces. Esta idea es falsa, iestás enfadado veinticuatro horas al día! A veces más, a veces menos, pero estás enfadado las veinticuatro horas del día. Basta con que le des una pequeña oportunidad, y el enfado hará aparición. Está buscando tener una oportunidad. El enfado ya está listo en tu interior; sólo necesita una oportuni­dad externa para que tengas una excusa para estar enfadado. Si te enfadas sin ninguna excusa la gente pensará que estás loco. Pero si no te dan una oportunidad, empezarás a enfadarte incluso sin ninguna excusa. Quizá no sepas lo que sucede.

Por ejemplo, puedes encerrar a una persona en una habi­tación dándole todas las facilidades y pidiéndole que anote cualquier cambio que perciba en su mente. Cuando anota esos cambios, se dará cuenta de que a veces se siente bien encerra­do en esa habitación y a veces se siente mal; a veces está tris­te y a veces está contento; a veces está enfadado y a veces no está enfadado. No tiene excusas, la situación dentro de la ha­bitación es constantemente la misma pero, ¿qué le sucede a él? Por eso el hombre tiene miedo a la soledad, porque en la so­ledad no hay excusas del exterior; tendrá que asumir que todo está dentro de él mismo. Si mantenemos aislada a una perso­na, no podrá seguir estando sana más de seis meses, se volverá loca.

Un faquir le contó esto a un emperador egipcio pero el em­perador no le creyó. De modo que el faquir le pidió que busca­ra a la persona más sana de la ciudad y la aislara durante seis meses. Rastreó la ciudad. Llevaron ante el emperador un hom­bre joven y saludable, que era feliz en todos los aspectos: estaba recién casado, tenía un hijo, tenía un buen sueldo..., era muy feliz. El emperador le dijo:

No tendrás que hacer ningún esfuerzo. Sólo estamos lle­vando a cabo un experimento. Cuidaremos de tu familia, les da­remos comida, ropa y nos ocuparemos de que no les falte de nada. Estarán en mejor situación que tú. Tú tendrás todas las comodidades pero tendrás que vivir solo durante los próximos seis meses.

Le encerraron en una gran casa. Le dieron todo lo que ne­cesitaba, ¡pero se sentía muy solo! El hombre que le cuidaba ni siquiera conocía su idioma, de modo que no podían hablar en­tre ellos. Al cabo de dos o tres días el hombre se empezó a po­ner nervioso. Tenía todas las comodidades, no pasaba ninguna escasez en absoluto: le servían la comida a su hora, podía irse a dormir a su hora. Puesto que se trataba de un palacio, le pro­porcionaban todas las comodidades y no tenía ninguna dificul­tad. Ahí sentado podía hacer lo que quisiese. El único inconve­niente es que no podía hablar con nadie, no podia encontrarse con nadie. Al cabo de sólo dos o tres días empezó a sentirse in­cómodo, y al cabo de ocho días empezó a gritar:

-iSáquenme de aquí! iNo quiero estar aquí!

¿Cuál era el problema? Los problemas provenían de dentro.
Los problemas, que hasta el día anterior había pensado que pro­venían del exterior, ahora se dio cuenta, en su soledad, que prove­nían de su interior.

Al cabo de seis meses este hombre se volvió loco. Cuando le sacaron, después de que habían pasado seis meses, se había vuel­to completamente loco. Empezó a hablar consigo mismo, empe­zó a maldecirse, empezó a enfadarse consigo mismo, empezó a amarse. El otro ya no estaba presente. Al cabo de seis meses, cuando le sacaron, estaba loco. Tardó seis años en curarse.
Cualquiera de vosotros se volvería loco. Las demás personas os están dando oportunidades, por eso no os volvéis locos. En­contráis cualquier excusa: “Este hombre me ha insultado, por eso estoy lleno de rabia”. Nadie se llena de rabia porque alguien le insulte. La rabia ya está presente en él, el insulto sólo es una oportunidad para que ésta salga.

Un pozo está lleno de agua: se echas un cubo en el pozo sa­carás agua, el agua sale del pozo. Si no hay agua en el pozo en­tonces, a pesar de que eches el cubo en el pozo muchas veces, no sacarás nada. El cubo en sí no tiene la capacidad de sacar agua, primero tiene que haber agua en el pozo. Si hay agua en el pozo el cubo podrá sacada; si no hay agua en el pozo, el cubo no po­drá sacar nada.

Si dentro de ti no hay rabia, si dentro de ti no hay odio, no habrá ningún poder en el mundo que pueda sacar rabia u odio de ti. En esos instantes intermedios, cuando nadie echa el cubo en el pozo, podrías tener la ilusión de que no hay agua en el pozo. Cuando alguien echa un cubo en el pozo podrá sacar agua; pero cuando el pozo no se usa podríamos equivocamos y pen­sar que no hay agua dentro de él. Del mismo modo, si nadie nos da la oportunidad, no saldrá rabia, ni odio ni envidia de nosotros. iPero no pienses que no hay agua en tu pozo! El agua está ahí, y está esperando a que llegue alguien con un cubo y la saque. Pero creemos que estos momentos vacíos, estos intervalos, son momentos de amor, de paz. Esto es un error.

Después de cualquier guerra en el mundo, la gente siem­pre dice que hay paz. Pero Gandhi dijo: «A mi entender, esto no es así. O bien hay guerra o bien hay preparación para la guerra; la paz no llega nunca. La paz es un engaño».

Ahora mismo no hay ninguna guerra en el mundo; la se­gunda guerra mundial se ha terminado y estamos esperando la tercera guerra mundial. Si dijésemos que estos son días de paz, nos estaríamos engañando. No son días de paz, son, días de pre­paración para la tercera guerra mundial. En todo el mundo se es­tán haciendo los preparativos para la tercera guerra mundial. O bien hay guerra, o bien hay preparación para la guerra. El mun­do nunca ha conocido un día de paz desde el día que comenzó a existir.

También dentro del ser humano o bien hay rabia o preparación para la rabia; el ser humano no conoce un estado de no ­rabia. Hay inquietud que sale a la luz o se está preparando para salir a la luz. Si piensas que los momentos de preparación inter­na son momentos de paz, estás equivocado.

Las cuerdas de tu corazón están muy destensadas: sólo sale enfado de ellas, sólo sale distorsión y disonancia de ellas. No puede salir música. Si las cuerdas de tu mente están demasiado tensadas, entonces surge la locura, si las cuerdas de tu corazón están demasiado flojas entonces sólo sale rabia, enemistad, envidia y odio. Las cuerdas de tu corazón deberían estar un poco más tensadas para que pueda surgir amor de ellas, y las cuerdas de tu mente deberían estar más flojas para que pueda surgir de ellas una inteligencia despierta y no la locura. Si las dos cuerdas se equilibran, habrá una posibilidad de que suene la música de la vida.
Vamos a tratar dos temas: uno es cómo relajar las cuerdas de la mente y el otro es cómo tensar, cómo crear una tensión, en las cuerdas del corazón. El método que se utiliza para esto es lo que llamo meditación.

Si suceden estas dos cosas, entonces puede suceder una ter­cera: entonces es posible descender al verdadero centro de tu vida, el ombligo. Si surge la música en ambos centros es posible ir hacia dentro. La misma música se convertirá en el barco que te llevará hasta el fondo. Cuanto más armoniosa sea la persona­lidad, más música surgirá en tu interior y más podrás profundi­zar. Cuanto más disonancia haya en tu interior, llegarás a me­nor profundidad, te quedarás en la superficie.

En los próximos dos días hablaremos de estas dos cuestio­nes; no sólo hablaremos de ellas sino que experimentaremos como podemos equilibrar las cuerdas de la veena de la vida.
Tenéis que tener en cuenta los tres puntos que acabo de mencionarte para poder conectarlos con lo que voy a contaros ahora.

La primera cuestión: el alma del ser humano no está co­nectada a la mente ni al corazón, está conectada al ombligo. El punto más importante del cuerpo del ser humano es el ombli­go; es el centro. El ombligo no está sólo en el centro del cuerpo del ser humanó; sino que también es el centro de la vida. Un niño nace a través de él y su vida se acaba a través de él. Para las personas que descubren la verdad, el ombligo se convierte en la puerta.

Quizá no seas consciente de que durante el día respiras con el pecho pero por la noche, cuando estás dormido, la respira­ción parte del ombligo. Durante el día sube y baja tu pecho pero por la noche, cuando estás dormido, tu vientre empieza a subir y bajar. Habrás visto respirar a un niño: el pecho del niño no se mueve, es su vientre el que sube y baja. Los niños pequeños to­davía están muy cerca del ombligo. A medida que el niño crece empieza a respirar con el pecho y la reverberación de la respi­ración ya no llega hasta el ombligo.

Si vas por la carretera montado en una bicicleta o condu­ciendo un coche y, de repente, tienes un accidente, te sor­prenderás al ver que el primer impacto será en el ombligo, no en la mente ni en el corazón. Si, de repente, te ataca un hom­bre con un cuchillo sentirás el primer estremecimiento en el ombligo. Siempre que la vida está en peligro, los primeros tem­blores se sienten en el ombligo, porque el ombligo es el centro de la vida. Los temblores no surgen en ninguna otra parte. Las raíces de la vida están conectadas desde ahí, y como no pres­tamos en absoluto atención al ombligo, el ser humano se ha quedado en el limbo. El centro del ombligo está totalmente enfermo, no se le presta atención, y no se toma ninguna medi­da para su desarrollo.

Habría que tomar alguna medida para ayudar a que se de­sarrolle el centro del ombligo. Del mismo modo que hemos crea­do escuelas y colegios para desarrollar la mente, es absoluta­mente necesario crear algun método para desarrollar el centro del ombligo, ya que hay ciertas cosas que desarrollan el centro del om­bligo y otras que no lo desarrollan.

Como he dicho, si surge una situación de miedo, éste se siente primero en el centro del ombligo. Cuanto más desarro­llemos la ausencia de miedo, más sano se volverá nuestro om­bligo; cuanto más practiquemos la valentía, más se desarrollará el centro del ombligo. Cuanto mayor es la ausencia de miedo, más fuerte y sano será el ombligo, y más profundo nuestro con­tacto con la vida. Por eso todos los grandes meditadores del mun­do han considerado la ausencia de miedo como una cualidad esencial para el buscador; la ausencia de miedo no tiene otro significado. La importancia de la ausencia de miedo es que hace que el centro del ombligo esté totalmente vivo; es absoluta­mente útil a la hora de desarrollar el ombligo.

Hablaremos de ello paso a paso.

Es esencial dar la mayor atención al centro del ombligo; de modo que, poco a poco, habrá que desviar la atención del cen­tro de la mente y el centro del corazón para que pueda descen­der y profundizar cada vez más. Para esto vamos a realizar dos experimentos de meditación, uno por la mañana y otro por la noche. Os voy a explicar el experimento de la mañana y después estaremos quince minutos sentados haciendo esa meditación.

Si la consciencia debe descender de la mente, es necesario que la mente esté totalmente relajada. Pero nuestra mente está tensa todo el tiempo. Nos hemos olvidado de que la mantenemos tensa: está totalmente tensa pero no nos damos cuenta. Lo primero que hay que permitir es que se relaje.

Ahora, cuando nos sentemos a meditar, hay tres cosas... Lo primero: hay que relajar la mente, tiene que estar tan calmada y relajada que no esté haciendo nada. Pero ¿cómo sabes cuando está relajada? Si cerramos el puño y apretamos, nos da­mos cuenta de que todos los músculos están muy tensos. Des­pués, si abrimos el puño nos damos cuenta de que los músculos están sueltos y relajados. Como nuestras mentes están tensas todo el tiempo, ni siquiera sabemos qué significa estar tenso o relajado. De modo que haremos una cosa: primero tensaremos la mente todo lo que podamos, después la relajaremos de repente, y así os daréis cuenta de cuál es la diferencia entre tener la men­te tensa o relajada.

Ahora, mientras nos sentamos para meditar, tensa la men­te todo lo que puedas durante un minuto, haz todo el esfuerzo que puedas. Después diré: «Ahora, permite que se relaje»; en­tonces deja que se relaje totalmente. Gradualmente, llegarás a sa­ber lo que es estar tenso y estar relajado. Deberías sentirlo, de­berías experimentarlo tú mismo. Entonces serás capaz de relajarte cada vez más. Lo primero que debes hacer es relajar totalmente la mente.
El cuerpo se debe relajar junto con la mente. Uno debe sen­tarse tan cómodamente que no haya tensión en ninguna parte del cuerpo; no deberías sentir peso en ninguna parte del cuerpo. ¿Después, qué debes hacer? En cuanto permites que se relaje todo, los pájaros empezarán a cantar, oirás el sonido del molino de agua, en algún lugar graznará un cuervo, en otro lugar habrá otro sonido... Empezarás a oír todos esos sonidos, porque cuan­to mas relajada está la mente, más sensiblecse vuelve. Empeza­rás a oír y a sentir cómo entra y sale tu respiración.
Entonces, sentado en silencio, uno debería experimentar con quietud todo lo que sucede a su alrededor y no hacer nada. ¿Es­tás oyendo los sonidos? Escucha en silencio. Un pájaro canta, es­cucha en silencio cómo canta; la respiración entra y sale, obsérva­la en silencio: no tienes que hacer nada más. Por tu parte, no tienes que hacer nada, porque en cuanto haces algo la mente se tensa.

Sólo tienes que seguir sentado en un estado relajado de ob­servación. Todo sucede espontáneamente, tú simplemente lo es­cuchas tranquilamente. Y te asombrarás de que a medida que escuchas en silencio empezará a surgir en ti un silencio más pro­fundo. Cuanto más profundamente escuches, más crecerá ese silencio. Al cabo de diez minutos verás que te has convertido en un centro de silencio extraordinário, todo se ha vuelto apacible.
Usaremos esta técnica para el primer experimento de la mañana. Primero: debes tensar totalmente tu mente: Cuando te diga que tenses la mente completamente, cierra los ojos y tensa la mente todo lo que puedas. Después te diré que la relajes: en­tonces permite que se relaje, deja que siga relajándose... Igual­mente permite que se relaje el cuerpo. Los ojos estarán cerrados, sentado en silencio escucha con calma cualquier sonido que per­cibas. Durante diez minutos simplemente tienes que escuchar en silencio; no debes hacer nada más. En estos diez minutos, por primera vez empezarás a sentir que ha empezado a fluir un río de silencio y tu energía vital ha empezado a descender hacia tu interior. Empezará a bajar de la cabeza.

Debéis sentaros un poco más separados el uno del otro. Na­die debe estar en contacto con nadie. Algunos de vosotros podéis poneros al fondo del jardín. Quienes ya estén familiarizados con esta meditación matinal, quienes hayan participado en los ante­riores campos de meditación, pueden sentarse al fondo del jar­dín, para que los nuevos puedan oír. Los que estén familiarizados­ deberán ponerse al fondo para que las personas nuevas pue­dan sentarse delante. Sí, los viejos amigos pueden ponerse atrás y los nuevos venir hacia delante. Algunos amigos pueden po­nerse aquí y otros amigos pueden ponerse atrás para que podáis oír. Nadie debe sentarse en contacto con nadie, nadie debe es­tar en contacto con nadie, todavía os estáis tocando i Separaos un poco más! Alejaos un poco más. Sentaos en la arena.

Primero debes cerrar los ojos suavemente. Muy suavemen­te, cierra los ojos. No debes apretar los ojos. No debes cerrarlos con fuerza: deja caer suavemente los párpados, no debes sentir peso en los ojos. Cierra los ojos. Si, cierra los ojos, ciérralos sua­vemente.
Ahora permite que todo el cuerpo se relaje y tensa sólo la mente. Tensa la mente todo lo que puedas, haz todo el esfuerzo que puedas, tensa toda la mente. Haz un esfuerzo para tensar toda la mente. Ténsala con todas tus fuerzas.Ténsala con todas tus fuerzas pero deja el cuerpo relajado. Pon toda la energía en la mente para que esté totalmente tensa, igual que un puño cerra­d con todos los músculos tensos: Mantenla absolutamente ten­sa durante un minuto. No dejes que afloje, mantenla tensa. Man­tenla tan tensa como sea posible. Haz que se tensen todos los sentidos. Mantenla en tensión. Ténsala con todas tus fuerzas, hasta llegar a un clímax. Con toda la fuerza que puedas, haz que esté tan tensa que cuando le permitas relajarse, se relaje tam­bién totalmente. iHaz que esté tensa! ¡Ténsala!­

Ahora deja que se relaje completamente. Permite que se relaje totalmente. Deja que la mente se relaje totalmente. Libe­ra toda la tensión. Empezarás a notar relajación en tu interior. Sentirás que se ha calmado algo en tu interior, que desaparece la tensión, algo se queda tranquilo. Deja que se relaje totalmente; simplemente, relájate...

Y todos los sonidos que hay alrededor -el viento que pasa entre las hojas, algunos pájaros cantando-, sentado en silencio, oyendo tranquilamente todos esos sonidos. Sólo escucha.
Sigue escuchando los sonidos de alrededor. Mientras escu­chas, la mente irá acallándose, más y más... iescucha! Escucha en silencio, totalmente relajado. Sigue escuchando. Conviértete en la escucha durante diez minutos... Sigue escuchando y la men­te empezará a acallarse... Sigue escuchando en silencio, simple­mente escucha; la mente se quedará en silencio. Dentro de ti empezará a surgir espontáneamente un silencio. Tú sólo escu­chas... sigue escuchando; la mente se ha quedado callada, la mente está quedándose totalmente en silencio. La mente está quedándose en silencio. Sigue escuchando el silencio, la mente se está quedando en silencio...

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