MIÉRCOLES 27 DE AGOSTO DE 2008
Ayer, nos arriesgamos pidiendo por nosotros mismos. Hoy, hagamos lo contrario y preguntemos a otros lo que necesitan. Algunas veces esto constituye un mayor riesgo.
¿Cuándo fue la última vez que le preguntaste a tu jefe si podías ocuparte de algo más en la oficina? ¿O le preguntaste a tu esposa si necesitaba ayuda en la casa? ¿O le preguntaste a tus hijos si deseaban que pasases más tiempo con ellos?
Esas son preguntas riesgosas realmente porque probablemente no quieras oír la respuesta.
Hoy, observa qué tan a menudo no les preguntas a los demás lo que necesitan debido a tu propio deseo de recibir para ti mismo. Una vez llegues a darte cuenta de esto, pregunta si puedes ayudar en cualquier contexto.
Ayer, nos arriesgamos pidiendo por nosotros mismos. Hoy, hagamos lo contrario y preguntemos a otros lo que necesitan. Algunas veces esto constituye un mayor riesgo.
¿Cuándo fue la última vez que le preguntaste a tu jefe si podías ocuparte de algo más en la oficina? ¿O le preguntaste a tu esposa si necesitaba ayuda en la casa? ¿O le preguntaste a tus hijos si deseaban que pasases más tiempo con ellos?
Esas son preguntas riesgosas realmente porque probablemente no quieras oír la respuesta.
Hoy, observa qué tan a menudo no les preguntas a los demás lo que necesitan debido a tu propio deseo de recibir para ti mismo. Una vez llegues a darte cuenta de esto, pregunta si puedes ayudar en cualquier contexto.
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